Cinco días en el Oncológico Razetti


Estuve dos días sin dormir atormentada por la idea de que la gente en los hospitales estaba sufriendo la falta de insumos. Me identifico plenamente con su sufrimiento porque yo viví la desgracia de tener un familiar enfermo durante poco más de un año.

La angustia que da el no saber qué va a pasar, cuándo van a reparar los equipos médicos o cuándo va a llegar el médico es insoportable. Mientras tanto, el Estado está pendiente de cualquier cosa, excepto ayudar a la gente que está enferma y muere lenta o rápidamente.

No solamente sufre el paciente. Los familiares nos bandeamos en la búsqueda de todo lo que nos piden en los hospitales. Recuerdo que a mi mamá le pidieron una vía central cuya especificidad no recuerdo, pero tenía tres canales. Esa vía no la tenían en el hospital. La conseguí en una farmacia por San Bernardino en Bs. 1200,00. Cabe acotar que yo gano sueldo mínimo y mi abuela está jubilada. Tuvimos la suerte de que una muchacha familiar de otra paciente tenía una y nos la regaló. Los familiares de los pacientes se apoyan entre sí porque todos estamos mal y si alguien tiene, ayuda al otro.

Todos los días salía y entraba al hospital por el pasillo que comunica a la emergencia con el resto del centro oncológico. El día que ingresó mi mamá dejaron una bolsa de desechos médicos, esas que son rojas y sabes que no debes dejar en un pasillo. Me fui del hospital y la bolsa seguía ahí. Estaba botando un líquido rojizo. Al día siguiente la bolsa ya no estaba, pero el líquido se secó y dejó una mancha en el piso. Días después, estaba la misma mancha ahí. A nadie le importó que esa fuese el área en la que esperaban los pacientes para recibir quimios o ir a consultas.

Mientras duró la estancia de mi madre en el Oncológico, cerraron dos salas por estar “altamente contaminadas”, ¿y cómo no? Limpiaban varias veces al día, pero lo hacían con agua, jabón y, ocasionalmente, desinfectante. Estamos hablando de la Emergencia de un Hospital Oncológico en donde conviven pacientes con diferentes problemas de salud ocasionados por una sola enfermedad y sus familiares. Cloro, tan importante para desinfectar, no había.

El baño de la Emergencia tenía pedazos de cartón en el piso que servían de alfombra. El agua, en cinco días, solo vino uno. En unos pipotes almacenaban el agua que se usaba para lavar las pocetas o bañarse. La regadera no tenía puertas, uno de los cubículos del baño no tenía puerta y el otro tenía puerta pero no cerraba. El recipiente de agua se llenaba cuando llegaba el agua al lavamanos. El líquido pasaba por un tubo de plástico y caía directamente al pipote. Rudimentario, pero efectivo.

El tercer día mi mamá tenía las muñecas moradas e hinchadas por todos los pinchazos que recibió. Incluso le tomaron la vía por un lado y seguía saliendo sangre por ahí. Le notifiqué a una enfermera y me dijo: “Ya voy. Estoy ocupada”. Suficiente será decir que mi mamá murió y ella nunca fue. Yo fui a buscar alcohol y gasa para detener el sangrado.

El sábado mi mamá estuvo toda la noche despierta y sufriendo por no poder respirar. Fui a buscar a una enfermera para pedirle que llamara a un médico. Su respuesta fue: “El Doctor está abajo y no va a subir”.

Mi abuela buscó a una enfermera para decirle que mi mamá estaba  agonizando. Ella fue a verla y le dijo que mi mamá solo estaba cansada y ya. Que no estaba agonizando. Y se fue a dormir. Ellos cierran su puertica de enfermería para que no los molesten. Pero están de guardia.

El señor que estaba en la cama frente a la de mi madre sangraba mucho por la nariz. Su hermano le colocaba gasas porque las enfermeras solo iban a las horas que los médicos estipulaban tratamiento.

El doctor pidió una placa torácica el día viernes. Pero resulta que ese Departamento trabaja de lunes a viernes hasta las 4:00 pm. La otra opción era conseguir hacérsela en una clínica. El problema estaba en que necesitábamos camilleros y una ambulancia para poder sacarla del Hospital. Era poco probable porque no había dinero para poder pagar una ambulancia que la trasladara y la recogiera. No lo hicimos. En el Hospital no había material para imprimir las placas, tenía que estar un familiar con un teléfono con cámara para poder fotografiarla. Tampoco podíamos llevarla en un CD porque no había dónde leerlo.

Quien se llevó el premio como el más deshumanizado fue el responsable de tomar las muestras de sangre. Mi mamá necesitaba un examen para medir los niveles de amonio en la sangre. El personaje subió y le tomó la muestra. Yo le dije que en la clínica pedían un envase verde; él respondió que no tenía envase de ese color y que tendría que llevarlo en el morado porque yo tenía que llevar el envase entonces.

Fui hasta la clínica y obviamente me dijeron que no podían recibirme la muestra si no estaba en el envase tapa verde. Me dieron el envase y regresé al hospital. Le comuniqué el hecho a un enfermero y me indicó que bajara a hematología y le pidiera a este señor que le tomara la muestra nuevamente.

Cuando bajé a hematología, el personaje me dijo: “Yo te dije a ti que preguntaras primero porque yo no iba a trabajar doble. Esa paciente es muy difícil tomarle la vía. Dile a un enfermero que te haga el favor. Yo no voy a subir”. Acto seguido, me lanzó la jeringa y otros materiales para que me los llevara. Los tomé, impresionada. Juro que jamás me habían tratado así y nunca me imaginé que mientras mi mamá sufría alguien podía negarse a tomarle una muestra de sangre.

Cuando subí le conté al enfermero. Él fue a decírselo a la doctora de turno y ella me indicó que bajara nuevamente a decirle que subiera. El tipo subió, visiblemente molesto porque “él no tiene por qué trabajar doble”, porque como esa muestra no era para ese hospital, entonces él no tenía por qué hacerlo. Le tomó la muestra de sangre de mala gana. Estuve a punto de decirle que no lo hiciera porque sentí en ese momento que el sufrimiento de mi madre era innecesario.

Me pregunto entonces, ¿por qué estudiaste una carrera relacionada con la salud si no tienes vocación?, ¿por qué maltratas al paciente?, ¿por qué maltrataste a mi mamá que no te hizo nada?

Los récipes del hospital eran papel reciclado, sin membrete ni nada. La escasez nos está comiendo vivos. Usted puede vivir sin comer arepa, pero dígale a un paciente con cáncer que se dañó el equipo de la radioterapia, que no hay cupo, que no hay algún medicamento para su quimioterapia. Dígaselo y me cuenta cómo se siente después.

Escasean muchas cosas en los hospitales, es verdad. Pero la escasez más fea está en la calidad humana, en ser gente. Porque eso no se repara con dólares, eso no lo repara el Ministerio de Salud. Eso está entre nosotros, entre el personal que maltrata, el enfermo que sufre y el familiar que se siente atado de manos ante tal situación. Lo perdimos todo, incluso lo que nos hacía ser humanos.

@YenilyAlmeida

Específicamente tú


Pensaba en ponerme a escribir tonterías criticonas como siempre, criticar algo, comentar, insultar, todas esas cosas que a mí me gustan, pero hay otra parte que no suele estar al descubierto, esa parte sensible, esa parte con dolor, esa parte agridulce ¿me entiendes?

Hablaré de un solo tema: la familia.

Específicamente mi papá.

Mi familia es corta y, como todas, tiene sus defectos y amplias virtudes. Para mí somos sólo 3 a pesar de que es más amplia, pero son sólo 2 personas las que han estado siempre conmigo: mi mamá y mi abuela. Sin ánimos de criticar, ni de que digan: “Yenily sólo ve lados negativos, nunca un lado positivo”, creo que es sano, justo y necesario desahogarme con respecto a mi relación con mi padre.

El matrimonio de mis padres no duró mucho, no especularé ni comentaré los motivos de la ruptura para no herir sensibilidades familiares, basta con decir que luego de la separación de mis padres, no se supo más de mi papá y recuerdo haberlo visto el día en que firmaron el divorcio.

¿Cómo es crecer sin figura paterna? Difícil, desde luego, pero no imposible, creo que mi mamá hizo el mejor trabajo que pudo con escasos recursos (no soy tan porquería, pues). Recuerdo haber preguntado en preescolar ¿por qué no viene mi mamá y mi papá a buscarme? ¿Por qué sólo viene mi mamá o mi abuela? ¿Por qué? ¿Por qué? Simple respuesta: papá no está y ¿dónde está papá? Esa pregunta no tenía respuesta.

Del preescolar recuerdo esos libritos de caligrafía y las lecturas tipo: “Mi mamá me ama, Yo amo a mi mamá, Mi papá me mima” y volvía otra vez con las  mismas preguntas redundantes, son cosas que no se satisfacen, es como si por dentro supieses que algo está errado.

Luego vino la mudanza y otra mudanza, y otra más… Con las mismas preguntas, dudas no resueltas.

Y luego pasó lo que esperaba: conocí a mi papá. Se preguntarán: ¿y las dudas? Intactas.

Pasó el tiempo, de un modo u otro él nos contacto. Tenía yo 13 años. Gran sorpresa, pensaba que mi padre sería igual que los padres de mis amigas o de mis primas, pero no, mi papá es diferente.

5 años de trato, saco la cuenta y aún no lo puedo creer ¿realmente son 5 años? Es realmente increíble lo rápido que pasa el tiempo. Ya no importa los motivos por los cuales no estuvo conmigo, lo importante es cómo es nuestra relación actual y no es común. No recuerdo si alguna vez me ha dicho hija, las veces que me dice que me quiere está ebrio, esto NO era lo que yo esperaba.

Yo quería un padre amoroso, él me retribuye el afecto no dado en el tiempo perdido con dinero; yo esperaba que él me quisiera al mismo nivel que me quiere mi mamá, pero no, eso no será posible.

En una ocasión llegó a decirme: “No te quiero tanto como a los hijos que he criado”. Oye, creo que eso no se dice. Tal vez ni lo recuerde, pero yo sí lo recuerdo y perfectamente.

Una vez me llamó y escuché como trataba a la hija de su esposa, era un cariño inigualable y no sentí envidia, no, me dolió porque yo nunca tuve eso cuando estaba pequeña y ¡cómo lo necesité!

18 meses es Caracas y sólo lo he visto 2 veces y ninguna de las veces que estuvo en Caracas fue un viaje por mí, fue por trabajo. ¿No hay amor suficiente como para calarse un viaje de Anaco a Caracas para ver a tú hija? No, no lo hay. Pero yo si lo hago por mi mamá, lo cual me hace concluir que ese grado de amor y compromiso familiar SÍ existe.

Sé que no vale la pena recordar todo esto, pero me siento mejor, un poco más liberada y era algo que he tratado de evitar escribir, no sé por qué, pero ya lo hice.