Caballerosidad en emergencia


imagenes-WFT-Metro-Caracas_ELPIMA20121122_1291_8Las cosas desagradables hay que hacerlas rápido. Por cuestiones urgentes decidí irme en autobús hasta Maturín y sabía que el solo hecho de llegar al terminal sería todo un proceso desagradable y fastidioso. Salí del apartamento. Tenemos 4 meses sin ascensor en el edificio. Mi maleta pesaba casi igual que yo; iba cargada de libros, harina pan, jabón, pasta dental, arroz, papel tualé con olor en el tubito y mi ropa.

El proceso de bajar las escaleras no pudo ser peor. A mi lado pasaba la gente y seguía, hombres, mujeres, chamos. Pero en el piso 3 una señora como de 60 años tuvo la amabilidad de ayudarme.

Mis 3 semanas de vacaciones en Maturín las pasé disfrutando de su delicioso calor que te hace sudar como si estuvieses corriendo por un terreno sin un miserable arbolito que de sombra.

Un buen día iba en un seudo autobús camino a casa, no había puestos disponibles, pero el chofer insistía en que una señora podía sentarse en algo que, según escuché, se llama para fango o algo así, pero la señora no quiso porque si iba a pagar el pasaje completo entonces debería ir sentada en un puesto normal. Ese razonamiento fue incitado por los comentarios de dos hombres sentados delante de mí. El chófer se molestó.

―Ustedes me han hecho perder 5bs, señores. Esa señora se pudo ir tranquilita sentada ahí si no le hubiesen dicho nada.

―Esa señora debería poder viajar cómodamente en un puesto como los demás, y no viajar en el piso porque usted sea un usurero.

Ese intercambio de palabras duró apenas unos segundos, pero dio pie a una conversación entre los dos susodichos antes presentados que origino horas y horas de darle vuelta a mi cabeza para justificar o entender los comentarios de estos hombres.

H1: Yo soy un caballero total, pero no entiendo a esas mujeres que entran en los autobuses y quieren que uno les dé el puesto. Ellas no saben que uno viene de trabajar bien lejos y fuerte, estamos cansados y, además, estamos pagando un pasaje por ir sentados.

H2: Eso es verdad. Además, ni que uno quisiera conquistarlas. Si yo quiero conquistar a una mujer me la llevo a La Cascada (Centro Comercial) a comer un helado en 4D, o al cine. Así se conquista una mujer.

H1: Y la gente que ve que uno va cansado te piden que te pares cuando se monta una mujer embarazada. ¿Por qué tengo que darle mi puesto? Si ella se montó en el autobús sabiendo que está full es porque se hizo la idea que va a ir parada.

Cuando llegué a mi casa no podía asimilar las cosas que había escuchado. Hay que rescatar acá 3 cosas fundamentales. Las anotaré según el orden de aparición:

1)      Mi concepto de caballerosidad implica ceder el puesto a una mujer, a un anciano, una persona enferma, en fin, alguien que lo necesite más que uno. Para estos hombres, la caballerosidad se limita al hecho de tener un pene dentro de sus pantalones. Es decir, el caballero nace, ¡ni de broma se hace!

2)      Un helado de 50bs debe hacer que una mujer caiga rendida a los pies de uno de estos caballeros. No existe otro mérito más que decirle cosas sucias al oído mientras ella le pasa la lengua a su helado de 50bs y le da gracias a Dios por haberle dado la oportunidad de salir con un caballero que le puede brindar un helado.

3)      Estos caballeros actuales no deben tener madres, esposas o hijas, y si las tienen no las quieren. ¿Cómo no darle el puesto a una mujer embarazada?, ¿saliste de un inodoro o de tu madre? Es por una duda que tengo.

En fin, estos caballeros de ahora abundan. Les puedo decir que en el trayecto Artigas-Chacao solo un muchacho fue tan amable de ayudarme. Un solo ser humano en una ciudad donde uno no encuentra dónde meterse para escaparse de la gente. Caballerosidad del siglo XXI.

@YenilyAlmeida

Las mascotas del Hospital José María Vargas


Cuando mi profesora de Redacción II, Rebeca Vaisberg, anunció que debíamos hacer un reportaje sobre un hospital público ―gracias a Dios era obligatoriamente público― no sabía a dónde ir pues era complicado pensar en ir a un hospital sola sabiendo que me podía encontrar algo que no me siento preparada aún para ver: muertos.

Me decidí por el Hospital José María Vargas por un tema más que todo sentimental: mi abuelo, al que jamás conocí, murió allí desangrado luego de un “ruleteo” absurdo por hospitales caraqueños hace 36 años, pero esa es harina de otro costal, o mejor dicho, historia para otro cuento.

El hecho es que realicé una investigación previa antes de meterme en la boca del lobo. Como diría mi profesora de Redacción: “Hacer las cosas como se deben hacer”. Llegué a muchos links, unos cuantos blogs, una que otra noticia y una información sobre el contexto histórico del hospital bastante interesante, la cual agradezco enormemente.

Ya en el hospital, me llamó poderosamente la atención la cantidad de perros y gatos que había. Para mi resultó un poco extraño ver animales en un sitio donde se encuentran personas enfermas, es decir, no considero que sea el sitio adecuado para unos animalitos.

Anteriormente, en Maturín llegué a visitar 2 hospitales y creo haber visto en uno de ellos algunos perros, pero no estaban en el interior del hospital, como la sala de espera, sino que se encontraban en la parte del estacionamiento.

Rememoro todo este asunto del recuento sobre el contexto del hospital porque el día 11 de junio recibí un comentario en la entrada del reportaje que decía:

Estimada columnista; aplaudo su redacción y su sentido crítico aunque difiero de su frase “Los gatos y perros son las mascotas del Hospital, rondan tranquilamente ante la vista de médicos y enfermeras a quienes ya dejó de importarles su presencia”.

Sepa usted que todos esos animales están protegidos por el personal médico y obrero del hospital, la mayoría está esterilizado y vacunado y gracias a críticas sin información previa han sacado arbitrariamente a esos seres, si, SERES VIVOS -no más ni menos importantes que el ser humano- del lugar donde las mismas personas los dejan abandonados creyendo que allí estarán bien o que sobrevivirán, haciendo gala de su repugnante irresponsabilidad, humana y social y desechando las legislaciones que rigen en la materia en cuanto a manejo de la fauna se refiere.

Si, muchos de esos animales fueron montaron en una camioneta y botaros a cientos de kilómetros de aquí, otros terminaron en los cubos de basura del hospital, junto al material biohazard, de donde fueron sacados por la milicia y obreros; cachorros y gatitos recién nacidos a los que llaman ratas, cuando la cocina del mismo nosocomio si está llena de roedores y sobre eso, grave problema, se hacen la vista gorda. Disculpe pero honrar la vida, contenido primario del juramento hipocrático, va más allá de respetar la de los seres humanos solamente. Hacerlo de esa forma sería considerado ESPECISMO.

Le invito, si así lo desea, ponerse en contacto con nosotros por nuestro grupo de Facebook IUS ANIMALIA UCV si desea más información al respecto. Saludos!

Pongamos la lupa sobre el primer punto:

“Sepa usted que todos esos animales están protegidos por el personal médico y obrero del hospital, la mayoría está esterilizado y vacunado y gracias a críticas sin información previa han sacado arbitrariamente a esos seres, si, SERES VIVOS -no más ni menos importantes que el ser humano- del lugar donde las mismas personas los dejan abandonados creyendo que allí estarán bien o que sobrevivirán, haciendo gala de su repugnante irresponsabilidad, humana y social y desechando las legislaciones que rigen en la materia en cuanto a manejo de la fauna se refiere.”

Ahora, no sé ustedes, pero yo considero que un hospital no es un sitio correcto para mantener animalitos y menos el Vargas que es bastante austero, a mi parecer. Además, debo acotar que me desempeño como asistente de investigación en una Asociación Civil, y en estos momentos estamos realizando un Directorio de Organizaciones No Gubernamentales y es impresionante el número de ONG que se encargan de recoger, cuidar y alimentar a los perritos que se encuentran en la calle, lo cual me parece excelente pues esos animalitos no merecen esa vida.

En la Universidad Católica Andrés Bello, por ejemplo, hay como 3 o 4 perritos rondando por los jardines. Ellos son las mascotas de la Universidad, junto a las palomas, claro. Nadie sabe cómo llegaron, tal vez del mismo modo por el cual llegan los perritos al Hospital Vargas, pero una Universidad es bastante diferente a un hospital. Digo yo, aquí desde mi ignorancia.

“Disculpe pero honrar la vida, contenido primario del juramento hipocrático, va más allá de respetar la de los seres humanos solamente. Hacerlo de esa forma sería considerado ESPECISMO.”

He visto con asombro que usted menciona el juramento Hipocrático de los médicos, argumentando que en base a eso ellos deben cuidar de todos los seres vivos. Está bien, eso es innegable, pero un hospital definitivamente NO es un sitio correcto para mantener a unos animalitos y esa tampoco es responsabilidad del personal de hospital.

Si usted en realidad considera que el Hospital es lo único que tienen a mano para mantener vivos a los animales, entonces le recomiendo que coloque una cartelera informativa sobre el estado actual ellos (cómo llegaron, vacunas, esterilidad, etc) para que eso no se preste, como dijo en su mensaje, a “críticas sin información previa”.

Lamentablemente, no pude conseguir información sobre los animales y tampoco vi una explicación sobre eso. Tal vez mi percepción crítica desinformada haya herido sensibilidades, cosa que no fue en ningún momento mi intención, pero igual creo conveniente informar a la gente sobre la procedencia de esas mascotas.

Le recomiendo que se ponga en contacto con otras Asociaciones Civiles para intentar hacer algo más por esos animales ―como conseguirles un hogar donde puedan estar, por ejemplo―. Luego de preguntarle a todas las personas que me encontrado desde el 11 hasta hoy 15 de junio, ninguno me ha dicho que un Hospital es un lugar para mantener animales.

Espero que tomen en consideración lo anteriormente dicho.

Saludos.

@YenilyAlmeida