Las cosas desagradables hay que hacerlas rápido. Por cuestiones urgentes decidí irme en autobús hasta Maturín y sabía que el solo hecho de llegar al terminal sería todo un proceso desagradable y fastidioso. Salí del apartamento. Tenemos 4 meses sin ascensor en el edificio. Mi maleta pesaba casi igual que yo; iba cargada de libros, harina pan, jabón, pasta dental, arroz, papel tualé con olor en el tubito y mi ropa.
El proceso de bajar las escaleras no pudo ser peor. A mi lado pasaba la gente y seguía, hombres, mujeres, chamos. Pero en el piso 3 una señora como de 60 años tuvo la amabilidad de ayudarme.
Mis 3 semanas de vacaciones en Maturín las pasé disfrutando de su delicioso calor que te hace sudar como si estuvieses corriendo por un terreno sin un miserable arbolito que de sombra.
Un buen día iba en un seudo autobús camino a casa, no había puestos disponibles, pero el chofer insistía en que una señora podía sentarse en algo que, según escuché, se llama para fango o algo así, pero la señora no quiso porque si iba a pagar el pasaje completo entonces debería ir sentada en un puesto normal. Ese razonamiento fue incitado por los comentarios de dos hombres sentados delante de mí. El chófer se molestó.
―Ustedes me han hecho perder 5bs, señores. Esa señora se pudo ir tranquilita sentada ahí si no le hubiesen dicho nada.
―Esa señora debería poder viajar cómodamente en un puesto como los demás, y no viajar en el piso porque usted sea un usurero.
Ese intercambio de palabras duró apenas unos segundos, pero dio pie a una conversación entre los dos susodichos antes presentados que origino horas y horas de darle vuelta a mi cabeza para justificar o entender los comentarios de estos hombres.
H1: Yo soy un caballero total, pero no entiendo a esas mujeres que entran en los autobuses y quieren que uno les dé el puesto. Ellas no saben que uno viene de trabajar bien lejos y fuerte, estamos cansados y, además, estamos pagando un pasaje por ir sentados.
H2: Eso es verdad. Además, ni que uno quisiera conquistarlas. Si yo quiero conquistar a una mujer me la llevo a La Cascada (Centro Comercial) a comer un helado en 4D, o al cine. Así se conquista una mujer.
H1: Y la gente que ve que uno va cansado te piden que te pares cuando se monta una mujer embarazada. ¿Por qué tengo que darle mi puesto? Si ella se montó en el autobús sabiendo que está full es porque se hizo la idea que va a ir parada.
Cuando llegué a mi casa no podía asimilar las cosas que había escuchado. Hay que rescatar acá 3 cosas fundamentales. Las anotaré según el orden de aparición:
1) Mi concepto de caballerosidad implica ceder el puesto a una mujer, a un anciano, una persona enferma, en fin, alguien que lo necesite más que uno. Para estos hombres, la caballerosidad se limita al hecho de tener un pene dentro de sus pantalones. Es decir, el caballero nace, ¡ni de broma se hace!
2) Un helado de 50bs debe hacer que una mujer caiga rendida a los pies de uno de estos caballeros. No existe otro mérito más que decirle cosas sucias al oído mientras ella le pasa la lengua a su helado de 50bs y le da gracias a Dios por haberle dado la oportunidad de salir con un caballero que le puede brindar un helado.
3) Estos caballeros actuales no deben tener madres, esposas o hijas, y si las tienen no las quieren. ¿Cómo no darle el puesto a una mujer embarazada?, ¿saliste de un inodoro o de tu madre? Es por una duda que tengo.
En fin, estos caballeros de ahora abundan. Les puedo decir que en el trayecto Artigas-Chacao solo un muchacho fue tan amable de ayudarme. Un solo ser humano en una ciudad donde uno no encuentra dónde meterse para escaparse de la gente. Caballerosidad del siglo XXI.