Caso Venezuela: cronología del sistema de control cambiario


1Hasta el 2003, la adquisición de divisas en Venezuela seguía un proceso tradicional, pero la baja de los precios del petróleo fue la justificación para controlar las transacciones en divisas

El decreto N° 2.278 marca un antes y un después en la dinámica económica de Venezuela. El presidente Hugo Chávez decidió establecer “limitaciones o restricciones a la convertibilidad de la moneda nacional y a la transferencia de fondos, del país hacia el exterior”. Se determinó que todo el que quisiera adquirir divisas debía pagar 1.600 bolívares por dólar. Durante ese año solo hubo dinero para importaciones. Los que viajaban al exterior debían hacerlo con recursos propios.

El argumento que brindó el gobierno a la ciudadanía fue que la especulación estaba afectando la disponibilidad de divisas del país y que esto hacia que la moneda nacional, el bolívar, se devaluara rápidamente. Para no comprometer la estabilidad económica, era necesario ejercer un cierto control.

Nacimiento de Cadivi

El 6 de marzo de 2003 se creó la Comisión de Administración de divisas (Cadivi), ente encargado de dictar la normativa para la administración de divisas en Venezuela. Básicamente, todo el que quisiera realizar algún tipo de trámite relacionado con divisas, debía registrarse en la página web y hacer su solicitud.

En la Gaceta 37.873, publicada el 5 de febrero de 2004, se establecieron los requisitos que debían cumplir todos los ciudadanos que quisieran viajar pagando a 1.600 bolívares cada dólar. El gobierno ofrecía 2.000$ para viajes al exterior y 200$ para avances en efectivo. Con el desarrollo del mercado negro, un sistema de venta de divisas a sobreprecio, los viajeros preferían optar por conseguir dólares o euros a precio oficial, a pesar de tener que realizar un trámite que incluía carpetas con etiquetas y documentos, organizados de una manera específica. Si tenía un mínimo error, le devolverían la carpeta y debía comenzar de nuevo.

El 28 de junio de 2004, Cadivi eleva el cupo para los viajeros: 3.000$ disponibles en su tarjeta de crédito para viajes al exterior y 300$ para avances en efectivo. Además, se estableció un monto de 1.500$ para compras electrónicas.

El primero de octubre volvió a aumentar la disposición de divisas. Los viajeros podían utilizar hasta 4.000$ en tarjeta de crédito y 400$ para retiros en efectivo. El cupo para compras por internet aumentó a 2.500$ anuales. Al año siguiente el dólar subió a 2150 bolívares. En septiembre se promueve la ley contra ilícitos cambiarios para castigar el lavado de dinero.

El 12 de febrero de 2007, Cadivi vuelve a aumentar el monto de divisas por ciudadano: 5.000$ anuales para viajeros, 500$ para retiros desde el exterior, 600$ en efectivo y 3.000$ para transacciones por internet. Sin embargo, la alegría no duró mucho.

El primero de enero de 2008 empezaron a circular los nuevos billetes como parte del proceso de reconversión monetaria. Ahora, 1.000 bolívares es 1 bolívar.

Comienza el declive

El 30 de diciembre de 2008 el cupo viajero baja a 2.500$ y el retiro en el exterior a 250$. El efectivo baja a 400$, pero el electrónico se mantuvo igual. Se establece un dólar preferencial a 2.60 bolívares y el viajero queda a 4.30.

El año 2010 terminó con un cupo de acuerdo con el destino del viaje. Por ejemplo, si tenía programado pasar una semana en Panamá, debía administrarse con solo 700$. Antes de finalizar el año se unifica el tipo de cambio a 4.30 bolívares por dólar para todos los sectores.

En el año 2013 el dólar subió de precio a 6.30 bolívares. Esto significaba una devaluación de 46,5%.

En marzo de 2013 el Gobierno creó el Sistema Cambiario Alternativo de Divisas (SICAD) donde se podían adquirir dólares bajo el sistema de subastas, es decir, el que más paga es el que más se lleva.

Poco más de un año después se crea el SICAD II. Este sistema permitía comprar y vender divisas en efectivo. Comenzó en 51.86 bolívares por dólar. En febrero de 2015 se unificaron SICAD I y SICAD II en el Sistema Marginal de Divisas (Simadi) con un límite de 300$ diarios para comprar. El 10 de abril de 2015 se redujeron nuevamente los montos para viajes según destino.

El 17 de febrero de 2016, con el aumento del precio de la gasolina también se anunció la simplificación del sistema cambiario con un nuevo sistema flotante. El dólar preferencial sube de 6.30 a 10 bolívares y el resto de las divisas deberán ser adquiridas por el sistema complementario que arrancó en 202.94 por dólar.

Obstáculos en el camino

En el 2015 una noticia descolocó a los venezolanos. Antes se podía hacer uso de las divisas, previa solicitud, desde cualquier banco, pero ahora solo estaban autorizados para la administración de divisas aquellas entidades bancarias que pertenecían al Gobierno.

Se presentó una migración de tarjetahabientes de banca privada a banca pública, pero este servicio no se dio abasto y colapsó. Cientos de solicitudes quedaron sin respuesta. Otros corrieron con la suerte de tener su tarjeta aprobada; sin embargo, no podían emitir plástico porque no había material disponible.

Con un nuevo plástico, el tarjetahabiente debía hacer el cambio de operador cambiario a través de la página web de Cencoex para poder utilizar tanto el cupo viajero, como el electrónico. Algunos afortunados lo lograron, otros esperan que algún día el Gobierno se los permita.

La crisis de las divisas

Actualmente, Venezuela vive una crisis que tiene sus orígenes en la dependencia absoluta a las divisas para comprar todo lo que se consume: comida, medicinas y materia prima para las industrias básicas son cosas difíciles de encontrar en el país. Esto ha generado que se forme toda una red de mercado ilícito alrededor de los artículos de primera necesidad.

El Gobierno ha tomado medidas sin resultados provechosos. Para evitar las largas filas que se hacían en los supermercados para adquirir alimentos a bajos precios, se impuso un sistema por número de terminal de documento de identidad que funciona de la siguiente manera: si su documento termina en 0 o 1, usted puede comprar los días lunes; si es 2 o 3, los martes y así sucesivamente. Los fines de semana se atienden los sábados del 0 al 4 y los domingos del 5 al 9.

Los controles no han paleado la crisis. En muchas zonas del país se pueden encontrar productos regulados que se venden con sobreprecio de hasta 3.000%, montos que las familias no pueden cubrir. Si decide comprar según su terminal de documento de identidad, debe estar preparado para aguantar horas en una fila en las afueras de los supermercados o farmacias y correr el riesgo de que cuando finalmente logre entrar le digan: se acabó todo, venga la semana próxima.

 

Publicación original

Dólares – Lucas García París


1.

Me llaman como a las seis, convenciendo al chamo de bañarse a pesar de
un capítulo de los Power Ranger Furia Animal.
¿Tienes dólares?, me pregunta un pana.
Poquitos, ¿por qué?
Te los compro todos…
Pero es que a lo mejor viajo.
Cadivi me rebotó y salgo en dos días, necesito dólares.
¿Ves? Yo a lo mejor viajo a fin de año y…
¿No me escuchaste? Yo salgo en dos días. No tengo ni para un café.
¿Qué carajo voy a hacer? ¿Llevarme un barril de petróleo para
cambiarlo por unos euros?
No sé, a lo mejor…
Te los compro a mil de sobreprecio.
Ey, pero es que…
Mil quinientos, mi última oferta.
Pero es que a lo mejor viajo a fin de…
Eres una rata, Lucas, por eso es que Chávez llega hasta el otro
milenio. Al final tiene razón. Somos unos oligarcas sin un gramo de
solidaridad.
¿Dijo sin un gramo de solidaridad?
Ay, sí, Ana Teresa Torres. Olvídalo.
Me cuelgan. Una amistad desintegrada. Mi hijo corre por la casa con
el rabito al aire, mientras los Power Ranger se convierten en animales
increíbles que hacen explotar todo a su alrededor.

2.

Recorro el abasto. En la caja, Santos, el lusitano, mira una
televisión portátil a colores. La asamblea nacional: alguien dice que
al venezolano de a pie le sabe a casabe el dólar.
El aceite de oliva subió de precio. El müesli checo subió de precio.
La pasta subió de precio. El tomate subió de precio.
Toco un aguacate como quien revisa una mina claymore.
Te advierto que el kilo está a cincuenta, familia, me dice Santos.
¿A cincuenta? ¿Cómo es posible, vale?
Santos señala a la televisión.
Bueno, la culpa no es del dólar, entonces debe ser del Niño.
Se acabó la guasacaca por un rato.
Tengo que comprar unas pantallas para la ofi. La tienda en la que las
tenía visteadas subió el precio en trescientos en menos de una semana.
¿Y entonces?, le digo al encargado.
El encargado me mira. Veo que analiza respuestas. Se rinde.
Así esta la cosa, jefe, responde.
Llego con una pantalla en vez de las dos que tenía pensado. Mi socio
anda por las paredes.
Entromparon las casas de bolsas, estoy llamando a ver que pasó con
nuestros dolaritos.
¿Pero eso no estaba en bonos?, digo. El presidente se tiraba cadenas
diciendo que aquello era la idea del siglo, los vendía como si fueran
plátanos, lo único que le faltaba era un camión y un megáfono.
Sí, bueno, también estábamos blindados contra la crisis. Ahora es
ilícito cambiario, vale, fuga de divisas, yo que sé…

3.

La guerra económica. Nadie sabe cuándo empezó pero todos estamos
reclutados y en la primera línea de combate. Las bajas aumentan
diariamente.
Una tranca. Sin aire acondicionado. Los repuestos no han llegado. Los
dólares, me dice el encargado de la tienda.
Una rueda de prensa de Giordani por la radio. Que vértigo.
Le dicen “el monje”. Los monjes que recuerdo: Rasputín, Torquemada,
el Monje Loco. Conclusión: no son buenas noticias tener a un ministro
de planificación económica al que le digan “el monje”.
Llamada de celular. Un pana.
¿Tienes dólares, papá?
Ay, pienso, sudando como en el Líbano.
Y me entra una paranoia, como si tuviera intervenido el celular, como
si mi nombre apareciese subrayado en alguna lista de la DIM.
¿Tú no escuchaste a Iris Varela, vale?, digo como un idiota. Yo soy un
venezolano de a pie, lo mío es el bolívar fuerte.
Es que me rebotaron en Cadivi y…
En mi entorno nadie viaja, no necesitamos de eso…
Pero bueno, chico, ¿te volviste loco?
No tengo dólares, jamás he tenido dólares…
¿Qué fue, Lucas, te tragaste a Merentes?
No te escucho, se me cae la llamada.
Cuelgo. Estaciono cerca de la Carlota. Tengo taquicardia, ando como
mareado. Pongo el cd para escuchar una música.
Suena Pink Floyd, Dark Side of the Moon. El tema que sale es, Bendito
Niño de Atocha, “Money”.
Y Roger Water (¿o es Gilmour?) canta:
Moooney
It’s a Shaaaame
Su madre.