Diciembre se caracteriza por ser un mes de alegría, regocijo, unión familiar, regalos, gaitas, hallacas… Mi etiqueta para diciembre es «Mes del desastre». Es increíble que todo lo que no haces en un año se te antoja hacerlo en diciembre y lo peor del caso es que millones de personas también se antojan.
Aquí comienza mi tortura. Todos sabemos que Caracas es un completo desastre. Entre el tráfico, la gente, el metro, los motorizados, los malandros… Uff, ¡ya basta de recordar! Pero diciembre pone las cosas peor porque hay más gente, más colas, más, más y más de todo lo malo.
En ese momento mi molestia había llegado a niveles muy, muy altos; me dispuse a preguntar en la caseta de información; el muchacho me contestó: «Chama, si no has escuchado nada, el autobús aun no te ha dejado». A las 11:00pm nos llaman para abordar.
Mientras subía por las escaleras del autobús iba pensando quien seria mi compañero de viaje… Normalmente siempre me toca algún loco o loca que hace que mis viajes siempre sean anécdotas de esas que se cuentan en los momentos aburridos en la universidad… Y esta no sería la excepción. Era un señor bastante amable que cargaba un cuadro. ¿Quién carajo viaja con un cuadro? Creo que esta demás decir que estuvo las 8 horas del viaje golpeándome con el cuadro… El viaje fue un desastre…
Lección aprendida,
¡NO DEBO VIAJAR EN DICIEMBRE!